
Afrontar un viaje corto dentro de Lima es el equivalente a hacer la cola muriéndose de hambre en algún restaurante; largo, tedioso, aburrido y desesperante. Por lo menos dos horas es el tiempo que me tomó en ir desde La Molina hasta Jesus María, un viaje que no debería durar mas de 40 minutos dado el tramo. En este caso no aplica la frase “Al que madruga dios lo ayuda”, por que ni con la ayuda de Dios nos libramos de tal martirio.
Es inconcebible e inaudito el tiempo que perdemos día a día los limeños para transportarnos, la terrible congestión vehicular que vivimos desde hace ya varias décadas hace que invirtamos más de la cuarta parte de nuestras vidas atascados en casi la totalidad de las calles y avenidas. Mas aun cuando estamos perdiendo lo más valioso de nuestras vidas, “el tiempo” ese que se va y no regresa, ese por el que se inspiraron comerciales de televisión como el de Mastercard que decía “El tiempo vale más que el dinero”. Pues si, efectivamente tiempo que malgastamos de forma obligada en lugar de hacer cosas más productivas, como hacer ejercicios, pasar más tiempo con la familia, darnos el gusto de prepararnos la cena, o tal vez en buscar al amor de tu vida. Así que si tenías pensado en salir por Lima, es mejor que lo hagas ahora.
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO
Por: Alexis Machicao Cárdenas
